miércoles, 6 de febrero de 2008

Evolución. Teoría de la Descendencia



Es la Teoría que afirma que las especies se derivan unas de otras (en contra de la teoría opuesta, o teoría de la inmutabilidad de las especies).
La teoría de la descendencia reúne y ordena las pruebas que fundamentan esta tesis.

Evolución
Proceso de desarrollo de la vida y de los propios seres vivos a partir de su forma inicial.
La teoría de la evolución trata de determinar las leyes que rigen el proceso de evolución de las diferentes especies.

Breve historia de la teoría de la descendencia

Actualmente ya nadie pone en duda la teoría de la descendencia, pero no siempre ha sido así. Una interpretación literal del relato bíblico de la Creación estaría en contradicción con las ideas de la descendencia, ya que según el Génesis todas las especies de animales y vegetales fueron creadas por Dios en su forma definitiva. Los animales fueron salvados del diluvio universal en el arca de Noé, lo que determinó el número de especies. Sin embargo este relato enseguida empezó a causar ciertas dificultades. Así, en 1685, Sir Matthew Hale, juez supremo de Inglaterra, declaraba que Noé, por una serie de motivos concretos, sólo habría podido salvar cierto número de especies que serían “raíz y origen” de todos los animales que conocemos en la actualidad. Pero ¿qué ocurriría con las plantas?
En 1973, en el estado de Tennessee entraba en vigor una nueva ley según la cual la teoría científica de la evolución sólo podría ser presentada en los libros de texto de biología como una alternativa, igualmente probable, al relato bíblico de la Creación. Era evidente e incuestionable el hecho de que Dios había creado el mundo con sus mares, bosques y ríos, con sus animales y plantas, y al hombre para que reinara sobre todo ello.
Asimismo se creía con toda certeza que el mundo había permanecido inmutable desde su creación hasta el presente.

Carl Von Linné pone las cosas en orden
No es difícil comprender el modo en que Linné sintetiza sus convicciones en 1773: “Existen tantas especies como formas creó en un principio el Supremo Hacedor” Sobre esta base construye Linné su Systema Naturae de clasificación de plantas y animales. En las clasificaciones “artificiales” realizadas hasta entonces, las especies habían sido ordenadas por orden alfabético, o bien las plantas se habían agrupado en categorías tales como “hortalizas”, “legumbres”, “plantas medicinales”, “malas hierbas”, etc. Linné intentó clasificar las plantas según sus mecanismos de polinización y fructificación, es decir, por sus características naturales. Sin embargo, no se percató de que de esta manera establecía una serie de relaciones de parentesco; para él la elaboración de una clasificación sistemática de plantas y animales no era más que una exposición del plan del Creador.
La posibilidad de la evolución ni siquiera se planteaba, todo el mundo estaba firmemente convencido de la inmutabilidad de las especies. Sin embargo, en ciertos casos los estudiosos se reservaban una excepción a esta regla: las sabandijas, bacterias, gusanos, larvas, y también las anguilas, las ranas y los ratones, podían , al parecer, surgir por generación espontánea de la suciedad y la podredumbre. Del mismo modo era seguro que los óvulos o las células espermáticas contenían al individuo completo en miniatura; mediante la fecundación se desencadenaba un proceso que consistía en el desarrollo de estructuras preexistentes y predeterminadas. precisamente de esta teoría de la preformación se deriva el concepto de “evolución”; evolvere significa en latín desarrollar, desenvolver. Hoy día entendemos por evolución el desarrollo de la vida y de los seres vivos en nuestro planeta.

Buffon, “maestro de la razón practica”
Georges Louis Buffon, contemporáneo de Linné, era algo más progresista, aunque expresaba sus opiniones con la necesaria prudencia. Observando la secuencia de fósiles de plantas y animales llegó a concluir que las especies se iban “relevando” unas a otras. De hecho , su interpretación de los fósiles era correcta. También se dio cuenta de que la corteza terrestre se había ido formando paulatinamente, por la sucesiva acumulación de depósitos sedimentarios. Pero casi inmediatamente después de que expresara su parecer se encontró sometido a una fuerte represión, viéndose obligado a dar toda una serie de explicaciones atenuantes ante la Facultad de Teología de la Sorbona de París, en las que declaraba que sus ideas no eran más que “puras especulaciones filosóficas sin ningún valor frente a la Biblia”.
En su voluminosa Historia natural (1749-1787) Buffon desarrolla ideas verdaderamente revolucionarias para su época: “Si fuera cierto que el asno y el caballo descienden de los mismos progenitores, también el hombre, el mono, los cuadrúpedos y todos los demás animales podrían considerarse como miembros de una sola familia, y no sería erróneo suponer que a través del tiempo la naturaleza haya ido produciendo todos los seres orgánicos a partir de un solo ser inicial”.

Jean Baptiste de Lamarck J. B. de Lamarck llegó a la biología de un modo un tanto novelesco: nacido en 1744, tras estudiar teología ingresó en el ejército; en la Guerra de los siete Años fue condecorado y ascendido a oficial, abandonando después el ejército a los veinticuatro años por motivos de salud. Estudió entonces medicina, literatura y ciencias naturales y, a la vez que trabajaba como empleado de banca, aprendía botánica de modo autodidacto. En 1778 publicó su Flora de Francia, en tres tomos. Con el apoyo de Buffon obtuvo un empleo en el Jardín Botánico de París. En 1793 obtuvo la cátedra de zoología, con especialidad en invertebrados. De nuevo volvió estudiar autodidácticamente -!ya con 49 años!- , y entre 1815 y 1822 publicó su Historia natural de los invertebrados, obra sistemática fundamental. En 1809 había aparecido su Filosofía zoológica. En 1829, a la edad de ochenta y cinco años, Lamarck, solo y ya prácticamente ciego, llegó a al fin de sus días.
En 1800, a la edad de cincuenta y seis años, Lamarck declaraba ante la sorpresa de sus alumnos: “Durante mucho tiempo he creído que en la naturaleza se dan especies inmutables... Ahora estoy convencido de que en ese sentido estaba equivocado”, tras lo que pasó a exponer el famoso ejemplo en el que muestra su visión de la transformación de las especies y, por tanto, de su surgimiento. Los antepasados de las jirafas tenían el cuello corto, decía Lamarck, y se alimentaban de hierba, pero continuamente, sobre todo en épocas de sequía, estos animales intentaban alcanzar las jugosas hojas de los árboles, para lo que se esforzaban en estirar las patas y el cuello. este continuo ejercicio desencadenó en su organismo un empeño por alargar el cuello y las patas, característica que fue transmitida por herencia a sus descendientes, que, de este modo, partieron de un punto inicial más favorable. También estos descendientes siguieron esforzándose y estirándose durante toda su vida, y sus hijos tuvieron cada vez el cuello y las patas más largos. Así es como, a través del tiempo, se llegaron a formar los largos cuellos y patas de las jirafas que conocemos hoy.
Otro ejemplo: las garzas que pescan en las orillas pantanosas se encuentran en constante peligro de hundirse, por lo que tuvieron cada vez mayor necesidad de desarrollar unas patas largas: debido al constante estiramiento de éstas, acabaron convirtiéndose en zancos. También ocurre algo parecido con los topos y los animales que viven en el subsuelo: al no utilizar sus ojos, estos se atrofian.
A través de la filosofía naturalista Lamarck llegó a aceptar la teoría de la descendencia. La antigua idea filosófica de que existe un proceso gradual de perfeccionamiento “desde la naturaleza inerte de las piedra hasta la espiritualidad de los ángeles” era objeto de una continua polémica entre los eruditos del siglo XVIII. En resumen, la teoría de Lamarck estaba basada en las siguientes consideraciones:
· Todos los organismos tienden instintivamente hacia su perfeccionamiento
· Las alteraciones del entorno producen nuevas necesidades en los organismos
· Debido a esto, los organismos se ven obligados a utilizar determinados órganos con mayor o menor intensidad; por su utilización o desuso los órganos tienden a formarse o desarrollarse más o menos intensamente. Esto da lugar a alteraciones en la constitución de los órganos
· Estas alteraciones son hereditarias (caracteres de transmisión hereditaria).
El fundamento, y a la vez el fallo de la teoría de Lamarck es precisamente este principio de los “caracteres hereditarios”. Pero hay que considerar en su favor que desde la antigüedad griega hasta bastante después de su época nunca se puso en duda la validez del principio. Se suele describir a Lamarck como “uno de los más grandes y solitarios urdidores de ideas que se conocen en toda la historia de las ciencias naturales”
Sin embargo, fue el primero que intentó fundamentar y exponer claramente la idea del proceso de descendencia. Este es su mérito, pese a que su análisis resultara erróneo.

Cuvier, brillante defensor de una teoría falsa

Lamarck tuvo la desgracia de encontrar en uno de sus colegas, algo más joven que él, un antagonista que, tanto por sus extraordinarios conocimientos como por su fuerte carácter, resultó ser una personalidad mucho más brillante, a pesar de que sus puntos de vista respecto a la teoría de la descendencia eran completamente erróneos. Este hombre fue Georges Cuvier.
Cuvier es el especialista en anatomía comparada más notable de la historia de la zoología. Dominaba todos los conocimientos zoológicos de su época y conocía todos los fósiles y animales hasta en sus menores detalles lo que le permitió efectuar amplias deducciones acerca de la especie y el modo de vida de animales fosilizados, con sólo tener en sus manos algunos fragmentos petrificados. Con sus demostraciones en este campo Cuvier cosechó grandes éxitos.
¿Por qué, regularmente, las especies fosilizadas son sustituidas por otras? Esta fue la pregunta que sirvió de punto de partida para sus investigaciones paleontológicas.
Lamarck acababa de dar una respuesta a esta interrogante, pero Cuvier encontró otra, manteniéndose firmemente aferrado a la teoría de la inmutabilidad de las especies: “por tres veces consecutivas los grandes diluvios aniquilaron toda la fauna terrestre; y cada vez fue creada de nuevo”, explicaba Cuvier, formulando así por primera vez su “teoría de las catástrofes”, aunque conservando el principio fundamental de la inmutabilidad de las especies. Las diversas series sucesivas de animales y plantas fósiles, según él, no eran más que los restos de especies que habían existido en otros tiempos y que habían sucumbido a las sucesivas catástrofes. No es sorprendente que esta teoría recibiera en su época el aplauso general. ¿Acaso no nos describe el Antiguo Testamento el diluvio, o sea, una de estas catástrofes?
Su antagonista fue el viejo y solitario Lamarck, que defendía la teoría de la transformación y surgimiento de las especies. ¡No es de extrañar que llevara las de perder! Durante casi medio siglo sólo Cuvier gozó de la aprobación general; todavía se consideraba un hecho irrefutable que la Tierra y todos los seres vivos habían sido creados tal y como los conocemos hoy, y que todo permanecería igual por los siglos ¡a no ser que se produjera otro diluvio!

Charles Darwin: un diluvio de hechos


Atrincherada tras este tipo de dogmas, la sociedad intentaba protegerse de la irrupción de la era de la técnica y las ciencias naturales. La mera idea de una posible descendencia era por sí misma algo escandaloso y prohibido. Y en semejante ambiente surgió en 1859 la nueva teoría de Darwin . El título completo de su ora es On the origin of species by means of natural selection or the preservation of favoured races in the struggle for live (Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la supervivencia de las razas favorecidas en la lucha por la vida).
Su libro Sobre el origen de las especies se agotó el mismo día de su publicación; secretamente se había estado esperando -y a la vez temiendo- que se publicara una obra de este tipo. El escándalo y el rechazo se manifestaron de inmediato: se desencadenó la tormenta en contra de las “herejías” de Darwin.
La manera de interpretar la evolución pronto llegaría a ser denominada “darwinismo”, pudiendo resumirse de la siguiente manera:
· Existe una sobre producción de descendientes en las diferentes especies. Sin embargo, el número de individuos que comprenden las poblaciones permanece constante a través de las generaciones, por lo que puede deducirse que la mayoría de los descendientes perece de forma precoz.
Surge entonces la pregunta: ¿qué es lo que causa la muerte de estos individuos? ¿Son determinados individuos los que sucumben o sobreviven, o todo es producto del azar?
· Los descendientes de una especie particular se diferencian entre sí, en mayor o menor grado, por una serie de características y formas de comportamiento, lo que les condiciona a estar más o menos capacitados para defenderse en el medio o hábitat en que han nacido. Estas variaciones son, hereditarias.
· En la “lucha por la existencia” (struggle for life) prevalecerán los más aptos (survival of fittest), los menos aptos serán víctimas de sus enemigos, de la falta de alimento o de otras condiciones ambientales. Los más aptos transmiten hereditariamente a sus descendientes los caracteres favorables, que están “grabados” en su patrimonio hereditario. Este proceso se repite de generación en generación.
Darwin fue el primero en interpretar la evolución como un proceso dinámico entre dos fuerzas opuestas: la sobreproducción y la selección. Según él, se trataba de un proceso bigradual: las variaciones hereditarias proporcionan la materia prima del proceso evolutivo, la selección natural elimina. Sin embargo, una característica o cualidad que hoy resulta positiva puede convertirse mañana en desventaja, ya que el entorno se haya en un proceso de continuo cambio. Así, por medio de las variaciones y la selección, las estructuras de animales y plantas permanecen flexibles y van acomodándose a los cambios del entorno.
El resultado de este proceso es lo que se denomina “adaptación”.

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